viernes, 19 de octubre de 2012

Tercer clasificado del concurso de relatos Zombie


"¿QUIÉNES SOIS?"
POR LLUVIA BELTRÁN


Me he levantado sintiéndome un poco raro, o más bien con un extraño sabor en la boca.
Además, me duele la mandíbula, como si hubiera estado horas masticando chicle sin parar, o como cuando comes un enorme bocadillo que apenas te entra en la boca. Y me duele la cabeza, pero eso no es novedad, últimamente parece que el cerebro me va a estallar, o tal vez los ojos, o, qué sé yo, quisiera arrancarme la cabeza entera y darle una patada, a ver si así se arregla.
Tengo sed, mucha sed, quiero quitarme este extraño sabor de boca. Así que voy al baño y me pongo a beber agua como si acabara de regresar del desierto, y bebo y bebo pero siento que no consigue saciarme. De pronto tengo ganas de vomitar, creo que me he hinchado demasiado la barriga con tanto líquido. Siento asco. Me miro en el espejo y observo mi cara, me veo muy ojeroso y como demacrado, no es normal en mí; además, la incipiente barba me da un aspecto desaliñado.
Bueno, de hecho ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que me afeité o que me duché, no me acuerdo... y no entiendo por qué, a qué se debe esta amnesia temporal. ¿Temporal? Trato de recordar lo que hice ayer, cómo me levanté o qué desayuné, cómo fue mi día, y no consigo traer a mi mente ninguna imagen real de lo que hice. Es como si mi vida empezara hoy, pero sin embargo sé quién soy, sé mi nombre y mi edad, la fecha de mi cumpleaños, que trabajo de dependiente en esa tienda de informática y que tengo novia desde hace tres años.
Entonces, ¿qué es lo que me pasa?
Quizás debería darme una ducha, eso conseguirá aclararme las ideas.
No voy a afeitarme, sinceramente, paso, no me apetece, estoy harto del picor en la cara, de que se me irrite, creo que voy a probar a dejarme barba, ahora que vuelvo a mirarme en el espejo no me veo nada mal, me da un aspecto bohemio, incluso interesante. Estoy cansado de ser el chico formal, afeitadito y perfumado, con aspecto de niño bien, me parece que a partir de ya voy a cambiar eso.
Lo que no sé es qué va a opinar... hum... ¡joder!... ¿Cómo es posible? ¡Ahora mismo no me acuerdo de su nombre! ¡Por Diossss...! ¿Qué coño me está pasando?
Carla... uff, qué alivio. Carla, mi novia desde hace tres años. Morena, no muy alta, pelo corto a lo garçon, o al menos eso dice ella, pero ¿qué coño es “a lo garçon”? Estoy más que harto de esos estúpidos términos que de pronto parecen ponerse de moda, como los que surgen por las redes sociales; de pronto me siento idiota, pasado de moda, incluso viejo, tal vez analfabeto 2.0 ¡qué sé yo! Podría estar a diario mirando webs y buscando la nueva terminología y nunca acabaría.
Pero ¿en qué pensaba antes? ¡Ah, sí! En Carla... Es guapa, sí, muy guapa, aunque ahora mismo no consigo recordar su rostro. Joder... Cierro los ojos y trato de relajarme.
He estado pensando que como realmente me preocupa esta extraña amnesia, voy a empezar a escribir una especie de diario. Sí, sé que suena infantil, tal vez incluso amariconado, pero es que me asusta empezar a perder la memoria y llegar a olvidar hasta quién soy. Por eso tomaré notas, para recordarme qué es lo que hago en el caso de que se me olvide. Y voy a empezar desde ya...
Día 1
Hoy me he levantado un poco raro y con un extraño sabor en la boca, pero eso no ha sido lo peor de todo. De pronto tengo una extraña y enorme laguna en la cabeza, no consigo recordar ciertas cosas, como el día de ayer, también me cuesta recordar a mi novia, y eso me preocupa.
Siempre he temido sufrir algún tipo de enfermedad que me hiciera perder la cabeza, y aún soy joven para padecer algo así, o eso creo, el caso es que hoy me cuesta recordar cosas. A lo mejor es que ayer bebí demasiado, no debería haber tomado aquellas pastillas contra el resfriado sabiendo que me iba a poner hasta el culo de alcohol. Hum... si bebía demasiado tal vez es porque era sábado, así que ¿hoy es domingo?
¿Dónde se habrá metido Clara? Es como si no hubiera pasado la noche en casa. Seguro que también ella cogió una buena cogorza, lo más probable es que se haya quedado a dormir en casa de alguna de sus amigas. Luego la llamaré, cuando consiga recordar dónde he dejado el móvil... y cómo se llaman sus amigas...
Antes me he dado una ducha para tratar de despejarme un poco, a ver si es este maldito dolor de cabeza el que me está bloqueando el cerebro. Y cuando me he desnudado he comprobado que tenía los calzoncillos limpios, es raro, eso quiere decir que: a) ya me había duchado antes, aunque he de reconocer que cuando me he levantado apestaba a sudor, o b) no me había duchado sino que solo me había cambiado de calzoncillos, lo cual podría tener algún tipo de explicación en la cual no me apetece demasiado pensar.
Resumen: me he levantado con calzoncillos limpios y sin camiseta, dolor de cabeza y aspecto de no haber dormido en toda la noche, con ojeras, si afeitar, apestando a sudor... Conclusión: anoche me corrí una buena juerga. ¿O no? Es el alcohol, claro que sí, por eso no me acuerdo de nada. Solo tengo que relajarme, desayunar algo y tratar de darle esquinazo a la resaca, después empezaré a recordar y a disfrutar de este domingo.
Me acaba de pasar algo muy extraño: he ido a la nevera porque creo que tengo un poco de hambre, y digo “creo” porque realmente es una extraña sensación en el estómago, como si me doliera y reclamara comida pero al mismo tiempo no admite nada de lo que le quiera dar.
Pues eso, que he ido a la nevera, y cuando la he abierto he sentido naúseas. Leche, queso, mantequilla... ¡qué asco! Pero ¿por qué? ¡Me encanta el queso! ¡Soy un vicioso de la mantequilla! Y no sé vivir sin leche... También me ha dado asco la fruta, y las verduras... No sé si es que necesito un Almax o quizás un lavado de estómago. Sin embargo, me he acordado de esas hamburguesas congeladas y mi tripa se ha removido, he tenido que sacarlas, descongelarlas en el microondas y... no he podido esperar, ¡qué hambre! Joder, nunca había hecho algo así, y me han sabido deliciosas. Uff, estoy enfermo, ¿me estoy volviendo caníval, o loco?
Mi novia no aparece. ¿Dónde coño está? Son casi las cinco de la tarde. Comienzo a preocuparme. Además, este dolor de cabeza me está desquiciando, he estado a punto de tomarme un bote entero de aspirinas. Mierda... estoy mareado. ¿Dónde estás, Claudia?
Me he despertado en el suelo, boca abajo, con los brazos en cruz y la cabeza de lado, de mi boca se escapaba ese asqueroso hilo de baba, y cuando me lo he limpiado he visto que tenía un color como negruzco. No debería haber comido las hamburguesas crudas con ese ansia.
La casa está en silencio y ha empezado a anochecer. Ahora mismo son las ocho de la tarde. Ya no me duele la cabeza pero me encuentro fatal, siento que algo me arde por dentro, tengo el estómago revuelto y ganas de vomitar. Apenas puedo pensar en nada, intento concentrarme en algo para relajarme o para darle algo de sentido a este día extraño, pero lo único que me viene a la cabeza es este jodido silencio, eso y que no sé dónde se ha metido mi chica. Si ella estuviera aquí, sé que me sentiría mejor, o tal vez no... no sé, creo que habíamos discutido. No puedo acordarme pero tengo esa vaga sensación.
Vale, ya lo entiendo: discutimos y ella se fue de casa para alejarse de mí, o para desquitarse con sus amigas, o para joderme, no sé. Lo entiendo, lo entiendo, pero ahora la necesito, no sé estar enfermo si no está ella para cuidarme como hace siempre.
Mierda ¿dónde cojones está? ¿Qué es eso? Es un sonido fuerte y agudo, constante, se me ha metido en la cabeza y me atruena. ¡Basta! Corro hacia la puerta, es el timbre, a alguien se le ha pegado el dedo en el botón y no lo suelta. Así que abro la puerta bruscamente, y me encuentro cara a cara con una tía que me mira con desprecio.
-¿Dónde está? -me pregunta. Su voz es ronca y contundente. La observo, está vestida de fiesta, no me refiero a ese tipo de vestidos de boda o cosas así, sino que va arreglada, como si fuera a salir de marcha; también va maquillada, muy maquillada, tanto que si deslizara el dedo por su cara haría un surco. Es morena, de pelo largo y rizado, y sé que la conozco, pero ahora no recuerdo de qué.
-¿Quién? -murmullo, acordándome de pronto de su pregunta.
-¿Quién va a ser?
La muy descarada me empuja y entra con decisión en la casa, al tiempo que mira a su alrededor.
-Carla -dice en voz alta, llamando a alguien- ¡Carla!
Su voz me atruena, no tanto como lo había hecho el timbre, pero se está colando de lleno en mi cerebro, y eso me irrita.
-¿Qué quieres? -le increpo, enfadado.
Entonces, ella se gira hacia mí, con el rostro desencajado.
-Sé que habeis discutido -afirma- Ayer me llamó por teléfono para contármelo. Habíamos quedado en vernos hace dos horas y no ha aparecido, tampoco me coje el teléfono. Dime dónde está.
-No lo sé -Creo que se refiere a mi novia, pero no estoy del todo seguro- Llevo todo el día sin verla.
Ella pone los brazos en jarras y me mira desafiante.
-Cabrón, como le hayas hecho algo...
-Pero ¿qué dices? ¿Estás loca?
-Me dijo que estaba asustada, que le dabas miedo.
-Que yo ¿qué?
Me hierve la sangre, no lo puedo evitar, esta tía me está cabreando cada vez más. Siento que una extraña furia va creciendo poco a poco dentro de mí, y creo que me encantaría agarrarle por el cuello y estrangularla. Contente, contente...
Se muerde el labio inferior, nerviosa, y yo la miro fíjamente. De pronto hay algo en ese labio que me atrae; es rojo, intenso, de color carmín. Apetecible... Uff, no sé lo que digo. Pero ahora veo cómo la vena de su cuello se hincha, y de pronto tiene un poder hipnótico sobre mí.
-¿Por qué me miras así? -oigo vagamente que me pregunta. Y observo su rostro repentinamente preocupado, su ojos grandes y oscuros, su nariz afilada, las mejillas sonrosadas... Y su cuello... Su piel, blanquecina, brillante, tersa, sabrosa... Tengo ganas de saborearla.
Leo, me das miedo... Su voz se repite en mi cabeza, está asustada, me suplica con lágrimas en los ojos que me vaya. No puedo irme, es mi casa.
-¿Qué coño te pasa, eh? -casi grita, su voz me molesta. La odio, la deseo. Se me ha quedado la boca seca y tengo como un sabor metálico.
Está retrocediendo. Creo que va a intentar huir, y no puedo permitirlo. Tengo hambre, estoy muy nervioso, el cuerpo me tiembla y siento como si algo dentro de mí empezara a quemarme las entrañas. Quiero decirle que se esté quieta, pero solo puedo emitir un extraño gruñido que me asusta incluso a mí. Grita.
No voy a permitir que te escapes. El fuego me abrasa por dentro, la ira dictamina lo que he de hacer. La ira... ¿la ira? Cierra la puta boca, no puedes huir. Siento que sus huesos se quiebran bajo mis manos, y un sorprendente placer me inunda, al tiempo que el calor de su cuerpo se funde en mi boca.
Día 2
Me he despertado en la bañera empapado en sudor, y no sé por qué. En el suelo estaba este cuaderno, he leído lo que tenía apuntado, y puesto que ahora es de día entiendo que debería apuntarlo como “día 2” para seguir escribiendo lo que voy recordando. Cierro los ojos y trato de recordar. Puedo ver entre penumbra el pelo moreno de mi chica, pero su rostro se desdibuja y no puedo enfocarlo. Ni siquiera sé por qué me esfuerzo en pensar en ella, no me lleva a ninguna parte.
Me voy a centrar en mí. Me llamo Leo y tengo treinta y un años. Trabajo en... bueno... sé que trabajo, punto. Vivo en este piso de alquiler junto a una chica de la que no recuerdo su cara. Pero ya me acordaré. Me duele el cuerpo, sobre todo los brazos (no sé si es que practico algún tipo de deporte y son solo agujetas) y lo más extraño es el dolor de mandíbula. También siento como si los dientes se me movieran, he tenido que comprobar que no llevo dentadura postiza, por poco había creído que podría sacarme todos los dientes de una vez. Tengo una extraña sensación de saciedad que se está convirtiendo en náuseas. Y lo peor de todo es que tengo las manos manchadas de pintura roja.
Necesito lavarme un poco... Casi me caigo de espaldas cuando me he visto en el espejo. No solo tengo un aspecto terriblemente demacrado sino que alrededor de mi boca y parte de la barba hay restos resecos de algo que parece sangre. ¿Sangre? Estoy delirando... Voy a ducharme.
Vaaaale, vale, ahora lo entiendo, qué tontería... Anoche debí de pelearme con alguien, ¡está clarísimo! De ahí el dolor de brazos y de mandíbula, y los restos de sangre. Me debieron de dar una buena hostia. Lo extraño es que no tengo ningún hematoma, así que... tal vez el que repartió las hostias fui yo, y a decir verdad... la sangre no es mía. Así que gané yo, mmmm... Perfecto. Seguro que ese capullo se lo merecía.
Uff, pero ¿qué digo? Nunca he sido de pelearme, simplemente no me gusta, y mucho menos pegar a nadie, lo odio. Por eso, no entiendo por qué lo habré hecho, ni quién habrá recibido mis golpes, tampoco sé si quiero saberlo... Creo que debería ir a cenar algo y ver un poco la tele, no sé cuándo fue la última vez que supe lo que está pasando en el mundo, eso quizás lo he querido olvidar.
Estaba equivocado, ayer, día 1, no era domingo sino viernes, así que hoy es sábado. Y ¿qué hago yo un sábado noche en casa? ¡Error! Que le den a mi novia si no piensa aparecer, yo me voyde fiesssshhhhta...
Creo que, a pesar de la amnesia, mi cuerpo sabe perfectamente hacia dónde tengo que ir. La verdad es que me siento bastante vigoroso ahora, he bajado los cuatro pisos del edificio andando, qué digo andando: saltando; y cuando he salido a la calle, he inspirado una bocanada de aire dudosamente puro y me he recargado de energía. Vaya, para haber tenido supuestamente una pelea ayer, me siento muy bien. Y ahora estoy cerca de la zona de marcha, la reconozco, para esto no he perdido la memoria, sé que vengo a menudo por aquí y que incluso tengo mis bares favoritos.
Necesito un buen trago, tal vez eso me ayude a recuperar la cordura. A lo lejos, un grupo de gente charla en corrillo. Me suenan algunos de ellos, tal vez incluso son amigos, pero ninguno me mira, así que paso de decirles nada; y me meto en este bar. La música está a tope, el local está en penumbra, la barra se encuentra a lo lejos y para llegar hasta ella tengo que abrirme camino entre un montón de gente que baila al ritmo de no séquémierda, intento no mirarles porque su baile me da grima. Solo quiero que me dejen pasar, ¿es mucho pedir? De pronto alguien me sujeta por el brazo.
-¡Leo!
Ese es mi nombre... Un tipo alto de pelo greñudo y liso me mira mientras sonríe, tiene una nariz aguileña que me resulta familliar, así como esa boca abierta que deja entrever unos dientes pequeños. Pero no sé quién es. ¿Cómo es posible?
-¿Dónde te habías metido? -me pregunta gritando, tratando de que su voz se oiga por encima de la música enlatada, la cual me está poniendo de mala hostia.
-He estado ocupado -miento, no puedo explicarle en qué, así que espero que no pregunte.
-El otro día me dejaste un poco rallado, ¿sabes?
-¿Por qué?
-Por la pelea con aquel tipo.
¡Ahá! Lo sabía: una pelea.
-Me dijeron que había acosado a tu piva -continúa el supuesto conocido- Si yo hubiera sido tú, le habría reventado a hostias.
Entonces, río, con sorna.
-Eso hice.
-¿Cómo?
-Que eso hice.
Entonces, ahora es él quien ríe.
-Pero si te dejó noqueado, tío, aunque veo que no te acuerdas -sigue riendo- No parecías estar muy bien. El Trenzas me dijo que te llevó semiinconsciente a casa.
¿El Trenzas?
-Pero al mamón ese le dieron de su propia medicina, que lo sepas. Parece ser que intentó repetir la jugada pero esta vez el novio de la pava era un cuatro por cuatro y le molió a palos -Ríe de nuevo.
Necesito algo de beber, ¡YA!
-¿Cómo está Carla?
Y le miro con sorpresa, aunque no parece darse cuenta. ¿De qué coño me habla?
-Necesito un trago, tío, déjame llegar hasta la barra.
No sé cómo lo he conseguido, pero por fin la rubia de bote me ha servido un buen copazo de whisky con cola. Podría bebérmelo de un solo trago, pero apenas he salido con pasta (¿cómo he podido olvidarme de coger más dinero?) así que tengo que estirar lo poco que llevo encima.
No veo al greñudo, por fortuna. No me gusta, no sé si se supone que es amigo mío, pero no me gusta.
Observo a la gente bailar, ahora una canción de una mujer que grita cada vez más alto (creo que voy a durar poco aquí dentro), y me parecen marionetas, autómatas, zombies o algo así, como si fueran empastillados hasta las cejas y se movieran bajo una extraña programación conjunta.Ya deliras, Leo... Ese es mi nombre.
Hay un tipo cerca de mí, creo que baila frente a otro tío, más bajito que él, pero apenas puedo verle la cara porque le tengo de espalda; sin embargo, a este tipo le miro descaradamente, me da igual que se de cuenta. Es gracioso, parece concentrarse en la canción para sincronizar sus movimientos: el tío es arrítmico por completo. Siento una especie de extraña compasión hacia él.
¿Compasión? No... Mirándole bien, la verdad es que me resulta bastante ridículo, me atreveria a decir que incluso da vergüenza ajena. Qué tío más imbécil.
No sé, me están empezando a irritar sus movimientos, parecen espasmos. Menudo fantoche. Empieza a darme incluso asco. No, asco no sería la palabra adecuada, más bien me repugna. ¿Qué digo me repugna? Me cabrea, me cabrea muchísimo. Pero ¿por qué está ahí plantado delante mío?, ¿qué hace el muy capullo con esos espasmos horteras? ¡Eeeeeh, tú! ¿De qué coño vas?
Ahora me mira, ¿acaso he pensado en voz alta? Sus ojos son pequeños y negros, me miran sin comprender. Tengo ganas de arrancárselos y reírme en su cara mientras los machaco con los pies. Creo que me dice algo. No me importa una mierda, solo quiero arrancarle esos dientes podridos, uno por uno, y hacérselos tragar, y después romperle las piernas para que se le quiten las ganas de volver a moverse así. ¿Qué dices, capullo? Te vas a enterar...
Trato de abalanzarme sobre él, pero de pronto ha abierto la boca y veo que de ella sabe un líquido extraño que me deja paralizado. Es de color oscuro, y viscoso. No puedo dejar de mirarlo. Y no sé si pasan segundos, minutos u horas, pero estoy como hechizado, el tipo también parece estarlo.
Gritos. No sé de dónde. Y el tío de los espasmos empieza a hacer aspavientos. De pronto el que bailaba frente a él está en el suelo, como inconsciente; y es extraño, porque no recuerdo haberle visto caer. Le miro y veo que no se mueve. Tengo ganas de acercarme y rematarlo. Pero el tío al que aborrezco se me ha adelantado. Lo veo arrodillarse junto a él, lo ha agarrado con fuerza, y no sé qué coño hace, ¡pero qué cojones...!
Gritos y más gritos. La música se ha parado. Ahora solo oigo los latidos de mi corazón, fuertes, arrítmicos. Me tiemblan las piernas. Oigo ruido, mucho ruido. Ahora soy consciente, la gente está corriendo a mi alrededor, despavorida, sin saber bien dónde ir, por dónde salir. No me explico qué está pasando, solo sé que no puedo moverme.
De pronto alguien me ha agarrado. Es el greñudo, tiene la cara desencajada y me mira con los ojos desorbitados.
-¡Tenemos que salir de aquí! -grita, y noto que su voz tiembla.
¿Salir? Quiero decirle algo, pero solo puedo emitir un extraño sonido. Ahora es él quien está paralizado. Te voy a despellejar como a un conejo... Estoy en el suelo. Puedo ver un montón de piernas y pies moviéndose a un ritmo desenfrenado a mi alrededor, tengo miedo de que me pisen pero parecen saltarme. Trato de levantarme como puedo, a pesar del dolor de cuerpo, me siento fuerte pero al mismo tiempo agarrotado y un poco confuso, además empieza a dolerme la cabeza como si alguien me estuviera estirando del cerebro sin piedad.
Mis manos y ropa están manchadas y vuelvo a sentir ese sabor metálico. Hay una chica al fondo de la sala, se ha sentado en el suelo y me parece que está temblando, además llora sin parar, creo que está en estado de shock. Intento acercarme hasta ella. Me mira a los ojos, aterrorizada, y grita, grita muy fuerte, tan fuerte que me duelen los tímpanos.
- ¡Cállate!
-Oh, Dios -lloriquea a continuación- No me hagas daño.
No podría hacerle daño, quiero ayudarla, solo quiero ayudarla. Me acerco más aún y ella vuelve a gritar. Me siento mareado, no sé por...
Día 3
No sé qué me está pasando, creo que estoy teniendo horribles pesadillas mientras duermo, pero son tan reales que podría empezar a creérmelas de verdad. Estoy en casa, tirado en la cama, con ganas de potar. Tengo las ropas manchadas de un montón de productos diferentes que no sabría identificar, y el cuerpo magullado. Me duele la cabeza, me duele la mandíbula, me duelen incluso las encías. Supongo que es eso de la tensión acumulada. ¿Cómo se llama cuando aprietas los dientes con fuerza mientras duermes? Bueno, no sé, pero creo que estoy sufriendo algo de eso.
Y para colmo, apenas puedo respirar, siento una fuerte presión en el pecho. Debo de estar siendo víctima de una broma pesada, ahora estaba pensando que tal vez alguien me echó algo en la bebida anoche.
Anoche... Trato de recordar y no lo consigo, tengo imágenes borrosas y fogonazos sueltos que no soy capaz de hilar. Ya hasta dudo de si en verdad salí o me monté yo solo la fiesta en casa. No sé qué mierda he tomado, pero me está volviendo loco.
Ni siquiera sé por qué me molesto en escribir este estúpido diario, no me sirve para nada, porque no recuerdo absolutamente nada, y no escribo más que gilipolleces sin sentido. Me pregunto si hablo de mí o si me estoy autoinventando sobre la marcha, al volver a leer lo de los días 1 y 2 me parece que he dejado volar mi imaginación y que he creado una vida paralela. Por ejemplo: ¿realmente tengo novia? Porque yo no veo a ninguna tía por ninguna parte...
Joder, sí... Hay rastros de ella por toda la casa: botes de crema en el baño, pinzas de depilar, maquillaje, su colonia... Ropa de mujer en el armario, zapatos de tacón, incluso sujetadores... O una tía está viviendo conmigo o es que a mi me gusta travestirme... He encontrado evidencias de una presencia femenina en la casa, pero... ¿dónde está ella? ¿Por qué no aparece?
Un ruido, muy fuerte, me atruena, me llevo las manos a los oídos, me hace daño, quiero gritar... El puto timbre ¡joder! Voy hasta la puerta, estoy de mala hostia, agarro el pomo con fuerza y abro. No me lo puedo creer, hay un tipo greñudo frente a mí, y me mira con cara de asco; a su lado, otro tío, pero éste es calvo, o va rapado, no sé.
-¿Qué coño queréis?
No me contestan. En cambio, el calvo alza de pronto su brazo y... Siento como si me hubiera pasado por encima una apisonadora; apenas puedo moverme, los oídos me zumban, y es como si algo muy pesado se hubiera instalado sobre mi cabeza, provocándome un daño atroz. Trato de abrir los ojos, esta ceguera me mata, no sé qué pasa a mi alrededor. Estoy desorientado. Respiro hondo y trato de pensar, trato de ser consciente de que estoy despierto, y aunque no veo ni oigo lo que sucede, parece que poco a poco comienzo a recuperar cada uno de mis sentidos. Mi piel arde, me concentro en el dolor y me doy cuenta de que son mis brazos los que duelen, los tengo cruzados en la espalda y algo me impide que los mueva con soltura.
Lo que arde son mis muñecas, creo que están atadas. La cabeza está caída sobre mi pecho, intento levantarla pero me duele mucho el cuello. Los ojos, los tengo cerrados, trato de abrirlos, me escuecen, pero empiezo a ver algo. Creo que una especie de líquido cae sobre ellos, por eso escuecen. Ese líquido parece que emana desde arriba, y resbala por mi mejilla hasta llegar a la boca.
Lo saboreo. Es mi propia sangre. Empiezo a ver, poco a poco, aunque borroso, y me siento mareado. Así que intento decir algo, pero solo consigo lamer mis labios y beber de mi sangre para tratar de acabar con la sequedad de mi garganta.
-Qué asco -oigo de pronto- Tío, qué cojones te está pasando.
Ahora puedo ver a ese greñudo, sus labios tiemblan, me mira con temor y desprecio. No sé por qué, pero le sonrío.
-Cabrón -dice el otro, el calvo. Le miro. No es calvo, definitivamente va rapado. Observo su rostro, me es familiar, pero me da igual, tiene la piel sonrosada y lisa, los mofletes abultados. Me encantaría poder morderlos y saborearlos.
-¿Qué hacemos?
El rapado se pasa la mano por la cabeza con nerviosismo. En sus ojos veo algo de compasión, tal vez duda, y se muerde el labio, indeciso.
-Leo, escúchame. Tienes que decirnos qué te está pasando, por qué haces esto.
-Tío, ¿qué está pasando? ¿Por qué me atacaste? Te volviste loco de repente...
Miro al greñudo, que se lleva la mano al cuello del jersey, acto seguido lo baja y me muestra una extraña herida inflamada y de color rojizo. De pronto algo se mueve en mi interior, mi estómago arde y mi boca se hace agua. Me remuevo en la silla, tengo que librarme de lo que sea que me sujeta a ella.
-¿Por qué me atacaste? -repite el greñudo- Joder, parecías un salvaje. De pronto os volvisteis todos locos allí dentro. ¿Es por algo que tomasteis?
Empiezo a agitarme, a removerme con fuerza, y mi cuerpo pega sacudidas.
-¡Estate quieto! -me grita el rapado, y yo le miro con odio, por haberme atado, por retenerme allí. Él levanta su mano y me muestra una barra metálica, supongo que es con ella con lo que me ha golpeado tras abrirles la puerta
- No me obligues a darte de nuevo, esta vez me da igual si te mato.No te reconozco... No sé quién eres.
Quiero contestarle y no puedo, no consigo articular palabra alguna.
-¿Dónde está Carla?
¿Quién es Carla?
-¿Por qué me atacaste?
Solo quería arrancarte el pellejo y comerme tus intestinos.
-¿Dónde...?
-¿Por qué...?
-¿Dón........?
Hay algo que me arde por dentro y no me deja pensar, siento que una especie de fuego comienza en mi estómago y va subiendo rápidamente a través de mi cuello para expandirse por mi cabeza y alojarse en mi cerebro. El fuego quema, y duele. No puedo ver, no puedo oír, ayudadme, seáis quienes seáis... Ayudadme...
Les miro, han parado, y me observan, con miedo. Están asustados, puedo olerlo, esa peste a sudor y a terror ha inundado el cuarto. Les miro a los ojos y siento que quieren retroceder. Se han callado de pronto. Balbucean y eso dibuja una sonrisa en mi boca.
-Algo va mal, tío. Seguro que se ha metido algo, no sé, algo que vendieran ayer. No lo entiendo.
-Vigílale un momento, voy a mirar por la casa.
-Pero ¿qué dices? ¡No me dejes solo con él!
-¿No ves que está atado? Joder...
Pelo largo, nariz prominente, ojos saliéndose de las órbitas. Será el primero en morir por su debilidad. Quiero hacerlo, quiero abalanzarme y arrancarle esos absurdos ojos, quiero desgarrar esa nariz prominente y hacérsela comer, quiero arrancarle el pelo lentamente y escuchar sus gritos,comerme sus mofletes mientras le abro en canal.
-Tren... Tren... zas... tío, ¿dónde estás?
Su voz tiembla. Quiero reír, pero mi cuerpo no me responde. El rapado vuelve a escena, trae un cuaderno en su mano y lo agita frente a mí.
-¿Qué es eso? -le pregunta el otro.
-Un cuaderno.
-Ya lo veo, pero qué haces con él.
-Hoy me he levantado un poco raro y con un extraño sabor en la boca -lee-, pero eso no ha sido lo peor de todo. De pronto tengo una extraña y enorme laguna en la cabeza, no consigo recordar ciertas cosas, como el día de ayer, también me cuesta recordar a mi novia, y eso me preocupa -me mira, con los ojos abiertos como platos- ¿Esto lo has escrito tú?
No puedo hacer otra cosa más que mirarle. No me salen las palabras, ni siquiera tengo ganas de contestar, no sé de qué me está hablando.
-¡Responde!
Silencio.
-¿Qué más pone?
El rapado sigue leyendo del cuaderno, a ratos me mira.
-Se ha vuelto loco -dice el melenudo - ¿qué coño está diciendo ahí?
El otro me mira fijamente.
-¿Dónde está, cabrón? ¿Qué has hecho con mi novia? ¡Sé que ayer vino a verte! -agita de nuevo el cuaderno - ¡No me trago nada de esto! ¿Dónde está?
Se abalanza hacia mí pero el melenudo le sujeta.
- ¿Crees que la ha matado?
- ¡Gilipollas, no digas eso!
- ¡Es lo que estás insinuando!
De pronto me sujeta y acerca su cara hacia mí, siento su aliento sobre mis ojos, está cerca, muy cerca... muy cerca... Abro la boca, y entonces le engancho con los dientes por la barbilla. Le oigo gritar. Se agita, me empuja, zafándose de mí. Tengo un trozo de carne en la boca y comienzo a masticarlo, satisfecho; está caliente, tierno, delicioso... Me insulta, alza su mano y deja caer esa barra sobre mí.
He caído al suelo y esta vez no me he desmayado, todo lo contrario, aunque he cerrado los ojos para que se crean que han conseguido matarme. Aún le oigo gritar, el melenudo grita también, con pavor. Los dos corren en dirección al baño, dejándome inmóvil en el suelo. Aún tengo el sabor de la carne en la boca, y me gusta, tengo que conseguir liberarme y acabar con la comida.
Más gritos, más blasfemias. De pronto vuelvo a ver aparecer al melenudo, camina inclinado hacia delante y con una mano se tapa la boca, cuando llega hasta mí comienza a vomitar. Es asqueroso.
-¡Hijo de puta! -grita el otro desde alguna parte- ¡cabrón!
También vuelve a escena, me sujeta con fuerza para levantarme del suelo y a continuación comienza a golpearme con rabia en la cara y el estómago. Pero no me duele, al contrario, me produce placer. Caigo del nuevo al suelo, y me río, me oigo a mí mismo pero no me reconozco. El rapado me patea. Está rabioso, y eso me hace sentir más fuerte: su rabia hincha mi orgullo. Pero estoy harto, harto de estar perdiendo el tiempo, harto de dejarles salirse con la suya. Ya está bien de juegos...
-¿Qué era eso? -el melenudo balbucea. Ha caído al suelo y trata de esconderse detrás de uno de los sillones- Dios... ¿qué coño era eso?
Oigo al rapado repetir la has matado, pedazo de cabrón. Se acabó...Agito con fuerza los brazos y lo que los sujeta cede. Libres. Puedo agarrar con fuerza ese pie que me patear, lo retuerzo y le hago caer. Repto como puedo mientras le voy sujetando por las iernas, hasta que consigo alcanzar su tronco. Me agarra por la cabeza, trata de retorcerla. Yo soy más fuerte, mucho más fuerte. Muerdo una de las manos, sujetándola entre los dientes, dejando que grite, sabiendo lo que va a suceder, hasta que comienzo a desgarrarla. Grita, patalea, insulta.
Alcanzo su cabeza y le sujeto por el cuello. Carne, sangre caliente, las venas aún laten. Delicioso. Siento que su vida se va deshaciendo en mi boca hasta apagarse lentamente. Pero la sangre se enfriará y dejará de ser tan buena.
Aún queda el otro. Llora, suplica, me mira con los ojos fuera de las órbitas. Los agarro, los quiero en mis manos pero los hundo. Rabia. Su cara se descompone bajo mis dedos, me ayudo de los dientes para poder trocearla, y la saboreo. Estoy saciado. Pero siento rabia. Los cuerpos se enfrían. Quiero más... La calle, lugar inhóspito, podría haber un silencio sepulcral pero oigo murmullos cerca de mí, lamentos, llantos, gritos lejanos... Sombras alrededor que se materializan. Me siento observado.
Levanto la mirada y descubro a un tío mirándome fijamente; bajo sus ojos hay una línea oscura que marca una bolsas hinchadas, y el rostro inexpresivo, impávido, congelado. Está quieto, pero aun así me pongo a la defensiva. Él o yo. De pronto abre la boca y de ella emana un gorgoteo. Resoplo.
Alza sus manos como si pretendiera alcanzarme desde su posición, y comienza a avanzar torpemente hacia mí, entonces me doy cuenta de lo difícil que le resulta caminar con esas piernas quebradas que se tambalean a cada paso. Me río. Seré yo, no él. Me acerco lentamente, cauto, y de un manotazo tumbo al espécimen, que comienza a revolverse en el suelo. Subo la pierna, y acto seguido comienzo a patear su cara con fuerza. Seré yo, no él. Pateo hasta que deja de gemir y ya no se mueve. Entonces, de nuevo río, y no sé por qué, me pregunto de dónde me sobreviene esta extraña fuerza, esta repentina ira, ¿habré sido siempre así? No lo sé, pero me gusta, me hace sentir bien. Ahora veo ese rostro desencajado, la cabeza abierta, y tengo ganas de más...
Escucho un extraño ruido a mi alrededor, es esa marea de llantos y gemidos que va avanzando poco a poco hacia mí, y siento que cada vez está más cerca. Miro a mi alrededor en busca de su procedencia, vuelvo a ver sombras, pero no encuentro los cuerpos; los gritos están cada vez más próximos. Los espero, sé que traerán algo bueno. Leo...
El escuchar de pronto mi nombre me sobresalta, y me giro, buscando a quien lo ha pronunciado. Entonces, de pronto veo a ese ser ante mí. Es una hembra con las ropas hechas jirones, el cuerpo magullado y lleno de arañazos, ensangrentado; pero lo que más me llama la atención es su rostro, muy pálido, desencajado, los grandes ojos negros abiertos como platos, la boca dibujando una mueca de incredulidad. Me suena la expresión de su cara, ese pelo negro corto y alborotado.
Leo, me das miedo... De pronto su voz se cuela en mi cabeza, aunque esa tiparraca no ha abierto la boca en ningún momento.
¿Que yo te doy miedo? ¡Por Dios, mírate! ¿Qué coño te pasa, por qué te has puesto hecha una furia conmigo? ¡No lo entiendo, solo he tratado de defenderte!
Esas voces llegan hasta mí, no entiendo de dónde salen. No lo sé, te juro que no sé qué está pasando. Creo poder ver ese rostro ensangrentado lleno de lágrimas, es como un fotograma de otro momento, en otro tiempo, quizás algún recuerdo, o algo que me he inventado. Me mira, con ojos llorosos, y dice: solo sé que me siento muy rara, es como si tuviera fiebre, siento que algo me arde por dentro, y tú no haces más que gritarme, nunca te había visto así...
De pronto, ella se relame y comienza a dibujar una extraña sonrisa en esos labios finos y llenosde alguna sustancia reseca. Yo me siento igual... Quiero decirle algo, pero solo puedo mirarla. Ella también me mira. Estamos quietos, esperando, no sé a qué, pero me canso. No sé de dónde ha salido, ni por qué me mira así. Solo sé que quiero retorcer su cuello y morderlo hasta acabar con ella. O ella, o yo. Seré yo.
Se me adelanta, ha saltado hacia mí, su destreza me ha pillado por sorpresa. De pronto se ha aferrado a mi cabeza con los dos brazos, sujetándola con fuerza, rodeándome con sus piernas por la cintura. Siento su aliento en mi cara, luego en mi cuello, y por último en la oreja.
Una especie de descarga cruza mi cabeza y se cuela en mi cerebro, siento que mi cara comienza a arder. Dolor, mucho dolor. Trato de separar a la tiparraca de mí. La observo y descubro que tiene mi oreja entre sus dientes. Sus ojos están fuera de órbita. Grito. La sujeto por el cuello y comienzo a apretar.
Leo, me das miedo... Puedo sentir esos pequeños huesos bajo mis manos, quebrándose uno a uno, y su tráquea parece vibrar. Sus piernas se cierran aún con más fuerza sobre mi cintura, siento que me falta la respiración. El pecho me arde. O ella o yo. Seré yo...
El tío ese, el que ha tratado de agredirme, tenía algo extraño, ¿sabes? No era normal, sus ojos estaban como locos. Yo reía ante su ocurrencia. Claro que no era normal, tenía pinta de estar como una cuba, pero no te preocupes, ya no volverá a acercarse a ti. Y besé esos labios, antes pintados de color carmín, antes vivos, cálidos.
El capullo ha tratado de morderme como si fuera un zombi. La gente está muy mal de la cabeza... Hemos caído al suelo casi al mismo tiempo. Puedo ver sus ojos vacíos, sin vida, ese líquido espeso emanando de su boca, y la lengua fuera de ella, el cuerpo retorcido en un gesto casiimposible. Trato de levantarme pero no puedo, no tengo fuerzas, no sé qué me habrá hecho esa zorra pero estoy inmovilizado, nada en mi cuerpo responde, solo la vista, y el oído.
Y oigo pasos, oigo berridos, ese gemido tan familiar ahora. Puedo ver zapatos y pies descalzos aproximándose, se detienen cerca de mí. Risas, quejidos. Puedo ver sus rostros, ojerosos, desencajados, relamiéndose. Veo sus bocas, sus dientes podridos. Caen sobre mí. O ellos, o yo... No seré yo...
EPÍLOGO
Proyecto: 36/20120430-DZ
Finalidad: Reducción población inactiva.
Peligrosidad: Altamente arriesgado.
Posibilidades de éxito: 20%
Resumen: Durante las 96 horas estimadas de duración para las que se programó el desarrollo del proyecto, hemos de constatar que se han cumplido todas las expectativas impuestas, a saber: planteamiento, desarrollo y finalización del virus V1408, canalización de las posibilidades de expansión, salida del individuo cero y contagio masivo controlado. Como consecuencia, el porcentaje de habitantes en terreno nacional ha disminuido en un 48% tal y como estaba previsto.
Pasadas las 96 horas, el virus V1408 se ha evaporado y desaparecido. A partir de ahora se procede a reestructurar el mercado laboral.
Nivel actual de contagio del virus: 0,1%
Resolución: Completado con éxito. Ciertas complicaciones a la hora de exterminar el virus V1408 en la población.
Observaciones a tener en cuenta: Se sigue trabajando para eliminar el 0,1% residual, no sedescarta un posible aumento de dicho porcentaje en las próximas horas o una posible mutación del virus.
Comunicado oficial a los medios informativos: A lo largo de un periodo de cuatro día, la población parece haber contraído algún tipo de enfermedad neurotransmisora que ha incidido de forma repentina sobre sus actos y ha provocado una reacción violenta, lo que ha llevado a un gran sector de la población a atacar o ser atacada de manera salvaje, sin que las autoridades hayan podido reaccionar a tiempo. Por fortuna, pasado el período de 96 horas, la enfermedad ha sido controlada y la población calmada, por lo que no se esperan más bajas inmediatas.
El gobierno sigue trabajando para normalizar la situación.


Espero que os guste!

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